miércoles, 24 de octubre de 2012

Hagamos un click


Nuestra sociedad está en constante cambio, sin embargo, esta está totalmente influida por los medios de comunicación. Nos influyen de tal modo que nos hacen cambiar la forma de pensar, de hablar, de vestirnos.
Inconscientemente estamos creando una necesidad de duplicarnos imitando las acciones que más nos llaman la atención de lo que vemos en los diferentes medios visuales, ya sea por moda, gustos, ideologías, falta de pensamientos propios o la búsqueda de la imposición frente a lo cotidiano. El papel de los medios se desvía de sus objetivos principales, como el de informar, ya que se ha visto al descubierto su mecanismo de venta y consumo masivo por medio de diferentes marcas, haciendo que el espectador se vuelva un consumista por la idealización que tiene la gente hacia los medios visuales. Sin embargo, toda esta táctica del consumo se ha dado por el facilismo y la holgazanería que ha adquirido la gente. Preferimos pagar por una galleta de avena empacadas que por los ingredientes que tiene y esforzarnos en hacerlas en casa.

La tecnología ha avanzado en gran medida desde las últimas décadas: innecesarios aparatos costosos que se apoderan del día a día, generando una dependencia absoluta. Esto nos ha llevado al punto en el que no diferenciamos entre la originalidad y la copia junto a la necesidad que tiene el ser humano de duplicarse, la angustia que se tiene al saber que no puede ser individual y que se necesita de una máquina.

Con la edad moderna nace una nueva forma ideológica llamada capitalismo, creada por la burguesía la cual promueve el libre cambio y la individualidad. Sin embargo, a pesar de que el individuo, a partir de este momento, va a poseer una cantidad de derechos como la libertad de expresión, el capitalismo promueve además la estratificación haciendo una notoria diferencia entre las clases sociales. Esto conlleva a que la gente con menos recursos acceda a la adquisición del consumo por medio de procesos ilegales, incluso llegando al punto de atentar contra la vida humana, para llegar a ser una copia más del mundo del consumismo perdiendo nuestra identidad.

El consumo va relacionado con una de las mayores necesidades del ser humano: la felicidad. Es tanto el afán de las personas por conseguirla que es fácilmente remplazada por un producto, convirtiéndonos en consumidores autómatas. Al asociar el acto de consumir con la posibilidad de ser feliz se pierden valores y el verdadero sentido de la felicidad más allá de lo material. Sin embargp, esta supuesta felicidad nunca llega a ser alcanzada, pues se genera un problema psicológico donde siempre se quiere adquiriri más de lo que se gtiene.

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