jueves, 25 de octubre de 2012

Muerte por amor


Nunca creí que mi enfermedad fuera tan grave. Tal vez estaba a punto de terminar mi ciclo, tal vez iba a acostarme por la noche pero quedaría en un sueño profundo, tal vez nadie me extrañaría o tal vez los menos esperados me llorarían.  En el consultorio, que me parecía que olía a muerto, a donde odiaba ir, tanta blancura me perturbaba, tantos cables, tanto aparato, sin embargo, me encontraba ahí donde el médico me dijo “Manuela, en cualquier momento dejarás de respirar”, en pocas palabras lo que quería decirme era “en cualquier momento moriría”. ¿Me iba a extrañar mi familia? O lo más importante ¿me extrañaría Fabián? Saliendo un 20 de diciembre, después de recibir aquella noticia, caminando por las calles de Barcelona empecé a pensar si la decisión que tomé fue la correcta.
-Tú quieres irte a esa “súper ciudad”, no tienes idea de hablar catalán, no entiendo que vas a hacer allá, Manuela, no lo entiendo.
-Si me apoyaras en mi locura tal vez podríamos armar nuestra vida perfecta, pero te quieres quedar aquí, comiendo mierda con esa loca de tu mamá.- no dije más y cerré la puerta, con dos simples maletas llenas de cosas innecesarias que solemos llevar las mujeres.
Sentada en ese avión empecé a pensar tanto como en ese momento de reflexión por las calles de Barcelona. ¿Habré tomado la mejor decisión? Tal vez me había equivocado, o tal vez la muerte quería cogerme sola y por sorpresa. Sentí que todos mis sueños se iban al piso. Dos años de experiencia, locura y placeres en esta “súper ciudad” española  solo me habían dejado una enfermedad. Cada día que amanecía me miraba al espejo, cada día con una mancha roja más en mi cuerpo. Ya no era normal, sentía que mi belleza se estaba desvaneciendo, que mi sensualidad no era la misma, que si seguía trabajando para traer a Fabián a vivir conmigo se iba a desencantar cuando me viera. Peor fue cuando recibí la noticia del doctor de que aquella Manuela sexy, inteligente, bella, angelical, con carácter fuerte, a veces hipócrita, moriría en cualquier momento, que aun  no sabían mi enfermedad pero que la muerte se estaba convirtiendo en mi sombra.
¡Un 20 de diciembre! Que irónica es la vida, aquella era la época navideña en la que más trabajo había en las calles nocturnas de Barcelona. Turistas o incluso residentes que llegaban al Latin Sex en busca de latinas como yo que les dieran el placer único que una española no podía darles. Pero ¿y yo? ¿Podría seguir en mi trabajo? ¿Será que por culpa de algún hombre me enfermé? No lo creo, nunca lo he creído, el único que ha logrado enfermarme es Fabián. Todas las noches me imaginaba su dulce mirada de aquellos ojos azules, su pelo rubio, su cuerpo…bueno su cuerpo era rellenito, le gustaba comer bien y no hacía ejercicio, sin embargo, era el amor de mi vida. Siempre nos decían que no cuadrábamos, que éramos muy diferentes: el más bajo que yo, rubio y ojos claros, y yo una completa latina alta, peli negra, ojos oscuros y morena. Bueno lo de los ojos oscuros lo veía la demás gente porque Fabián me decía “me encanta que tenés un ojo más claro que el otro”, la verdad solo lo notaba él, o tal vez se lo había inventado para seducirme.
 Perdí la cuenta del número de hombres que han pasado por mi cama del Latin Sex y ninguno me ha hecho sentir lo que Fabián ha logrado en mí. Pero ¿y ahora? Seguro Fabián se habrá conseguido una latina más sexy que yo. Aquella Manuela sólo habrá quedado en los recuerdos y yo acá en una ciudad ajena, aprendiendo un poco de catalán, muriéndome cada noche por estar junto a Fabián, por traerlo a vivir junto a mi.
-Fabián, vení, te está llamando la arrastrada de Manuela. Ya quien sabe en qué problema se metió.
-Mamá, no le digás arrastrada que Manuela está en otro país trabajando, lo que no me dejaste hacer vos.
Aquella llamada sorprendió a Fabián, siempre que lo llamaba era para su cumpleaños o para contarle algún problema mío.
-¿Y ahora qué te pasó?
-Nada amor. Solo quería decirte que conseguí la plata para tus tiquetes. Viajas el 26 de diciembre para que podamos pasar año nuevo aquí.
-Manuela, pero vos sabés que mi mamá jode mucho y no me va a dejar viajar.
-Ya estás como muy grande para estar pidiéndole permisos a tu mamá. Solo escúchame: el viaje no es tan sencillo, pero yo sé que te mueres de ganar por venir. Tienes que decirle a Dilan que te de un paquete, lo echas en la maleta con mucho cuidado que no se vaya a romper. No pongas cara de susto cuando te requisen en el aeropuerto. Cuando estés en la sala de espera del aeropuerto de Cali me llamas, eso querrá decir que ya no hay ningún problema.
-Me vas a meter en líos, Manuela. Pero para que veas cuanto te sigo amando me voy a arriesgar, estoy mamado de estar en esta casa encerrado con la loca de mi mamá.
-Ese es el Fabián que quería oír. Mira tu correo que ahí te mando los tiquetes y la información más detallada. Te amo.
Al colgar sentí que aunque aquella enfermedad desconocida me estaba matando, el amor de mi vida me alentaba cada día.
Aquellos cuatro días pasaron tan lento que siento que fue aquel tiempo el que me enfermó más. Cuatro manchas más en la cara y yo con veinte capas de maquillaje cubriéndome aquellas manchas para recibir a Fabián. 
A las 6:17 pm del 26 de diciembre recibí la llamada de Fabián quien me alegró diciendo “ya estoy en la sala de espera. Tanto joden con la seguridad en Colombia pero esos putos policías no sirven para nada.” Sentí un alivio y preparé el apartamento para que Fabián se sorprendiera al verlo.  Bueno, espero que se sorprenda para bien. Fabián es un niño rico, de papi y mami que ha tenido lo que se le ha dado la gana en su vida (menos viajar fuera de Cali), al ver este apartamento tal vez se va a sorprender más de lo normal. Todo este tiempo le he dicho que gano poco pero trabajo mucho. Al ver este apartamento va a preguntarme de dónde diablos saqué todo esto. Soy la más consentida por los clientes del Latin Sex y la verdad ganaba muy bien, podía darme esos lujos que toda mujer quiere. En fin, solo esperaba en ese momento que Fabián se alegrara al verme y se sintiera a gusto en su nuevo hogar.
Calculando las horas llegaría a las 5 am hora Barcelona. En las indicaciones le dije que cogiera un taxi al bajarse del avión y que en el apartamento lo esperaría. Debo aceptar que esa noche no dormí, me quedé toda la noche maquillada, tratando de disimular la enfermedad que me mataba, usando uno de los tacones de trabajo y por supuesto el vestido favorito de mis clientes (si mis clientes no me amaban y les encantaba como se me veía ese vestido, seguramente Fabián que me ama se enamoraría más cuando me viera). Efectivamente entre abrazos, llantos, risas, besos, alcohol, sexo, pudimos expresar todo lo que no expresábamos en dos años de estar juntos.
-¿En todo este tiempo estuviste con alguien más?
-Manuela, vos sabés que tengo ojos solo para ti. Todas esas caleñas son unas regaladas.
¿Regaladas? Y entonces ¿yo que era? ¿Qué cara iba a hacer Fabián cuando le contara que soy una prostituta costosa del Latin Sex de Barcelona? En ese momento se me vino todo al piso. Se me ocurrieron tantas cosas, pero con tantos sentimientos encontrados me ataqué a llorar y le dije: “sí, tienes razón, esas caleñas son unas regaladas. Por eso me vine a trabajar acá, con un sueldo humilde pero con un trabajo ético.”
-¿Y entonces porque llorás?
-Porque me ha tocado duro. Porque mientras tus papás están dándote todo en Cali yo he estado dos años trabajando duro y ahorrando para traerte a vivir conmigo.
-Y si ganás tan poco, ¿cómo te conseguiste todo esto, tanto lujo?
-Siempre te he dicho que si uno se esfuerza consigue lo que quiere.
Cerré los ojos y lo último que le dije fue “hasta mañana, descansa”.
En año nuevo nos fuimos para la Rambla a celebrar con todos los amigos latinos que había conseguido esos dos años de experiencia en aquella ciudad. Aquella fiesta inolvidable con los mejores tragos de Barcelona, con el mejor aguardiente colombiano, con la mejor música latina, con los mejores amigos que hice en esa ciudad, con el amor de mi vida. Sentía que era la mejor noche de mi vida. Entre música, alcohol, drogas y baile no pudimos escuchar la llamada que le hicieron desde Cali a Fabián avisándole que su mamá se había suicidado al saber que él estaba en Barcelona, no pudimos entender entre ese acento catalán y mexicano que mi amigo Tom me avisaba que la policía nos estaba buscando. Me centré tanto en el placer que me generaba la fiesta que no me acordé de mi enfermedad.
Ahora aquí en una celda me estoy consumiendo por partes. Cada día me dicen que tengo menos años de vida y lo único que quiero decir en este momento “Fabián perdóname por traerte a un mundo ajeno, por esconderte todos mis vicios, mis negocios sucios. Perdóname por matarte en vida. Todo lo que hice lo hice por tu amor.”

Michelle McGrath

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